Y a los pocos días, allí estaba... ¡Federico!, el esqueleto que se atrevió a escribirnos.
En clase no pueden evitar acercarse a él, tocarlo, levantarle los brazos, escuchar lo que nos cuenta sobre él nuestra enfermera...
E incluso le enseñan los trabajos que hacemos sobre él o lo incluyen en sus juegos.
Decidimos que queremos saber más sobre Federico, sobre los huesos pero también sobre el resto del cuerpo, y les pedimos a la familia que nos ayude.
Así vieron a Federico ese día:
Partíamos de estas ideas previas:
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